miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Venganza Purpura del Cortez Negro


La Venganza Purpura del Córtez Negro
Por: Mou Aragón




-¡mírenlo ahí! Pavoneándose de su lámpara,  y de la circunferencia perfecta que dice poseer, quien se cree que es, bah! , siempre alardeando de que en sus cables se posan más aves que en mis ramas. Pues les diré algo: ¡ni yo mismo puedo contar cuantas aves hay hoy en mí!
-¡Hey Cortez!, ¿ya estas otra vez refunfuñando entre dientes?
-¿y quien te has creído tú para llamarme simplemente “Cortez”? , es el colmo, solo eso le faltaba a este.

y dijo el árbol a regañadientes- sabes muy bien que mi nombre es: Cortez Negro, y no solamente “Cortez”.
-Algún día me las pagará este miserable poste de electricidad que tanto detesto. Seguía diciéndose a si mismo el árbol, que se encontraba a no mas de 10 metros de distancia del poste de electricidad.
-siempre te encuentras quejándote de mi, ¿acaso te he hecho algo malo?       
-sabes tú muy bien, todo lo que has causado, sabes que ahora donde te posas fuertemente se posaba uno de los míos, y sabes que la razón por la que lo destrozaron en vida, fue por el simple hecho de plantarte ahí; ¿y para que? ¿Acaso das sombra?, o quizá alimento a otros, o vida a todos los demás, o… ¡ya sé!  Tal vez das vivienda… ¡No!  Nada de eso, para nada sirves… ¡tú gris estatua de patética figura! .dijo colérico una vez mas el Cortez Negro.
-me río de tus habladurías. Dijo el poste de electricidad, tratando de imitar algo parecido a una carcajada.- mi utilidad es más trascendental que la de un simple y miserable árbol. Yo envió electricidad a los humanos, ELLOS viven a gusto gracias a mi, así que no me vengas jactándote de lo que haces.

Esta discusión era similar todos los días, entre el árbol y el poste, ambos sumergidos en esa riña que comenzó cuando todos los arboles de la ciudad fueron eliminados para darle paso al progreso, a la civilización, en todas las calles parecía haber una dicha y des balanceada guerra verbal entre arboles y postes, ¿por que des balanceada? Se preguntarán, la razón era por que los postes de electricidad poseían lo que ellos solían llamar: el arma más poderosa de todas... el humano.
Y así pasaban los días de este mundo inanimado, entre peleas y amenazas nunca cumplidas, pues que en ambos lados los contendientes estaban confinados a estar siempre en un mismo lugar.

-te diré algo… ¡Tú! desgracia que espanta a mis moradores por las noches, dando luz cuando no la ocupan, algún día, ¿oíste? ¡Algún día, te hare pagar, y caerás  como han caído los míos! La ira del árbol se volvió insoportable, al ver que su vecino de frente había sido arrancado de raíz, y en su lugar colocaban otro poste.

Un día de diciembre El Cortez Negro empezó a florecer como nunca lo había hecho,  sus hermosas flores moradas y purpuras empezaron a brotar de manera sin igual, y debido a su gigantesca altura, se podía observar majestuosamente desde lejos, todo su entorno se veía opacado ante semejante obra de la naturaleza, mas no solo era majestuoso, pues para los postes aledaños resultaba intimidante, y esos días procuraron no contender contra él.

El silencio peregrinó durante esos días en aquella calle, solo las aves en su imparcialidad  (pues gustosamente descansaban sobre ellos) se atrevían a comentar.

Dos días habían pasado ya, en un mutismo único, hasta que el Cortez Negro lo rompió con mucho temple diciendo:

-en aproximadamente cuatro días, cuando la ultima de mis flores caiga al suelo, todos ustedes caerán con ella. Dijo de manera solemne, como si de dictar sentencia se tratara.
Los postes nunca habían estado tan inseguros de si mismo, no sabían que les pasaría cuando acabasen sus cuatro días, mas de alguna forma no dudaban de las palabras del amargado árbol.
  Faltaba solamente un día para que se cumpliera la palabra del árbol, y ya todos los animales se habían mudado de hogar, dejando al Cortez Negro vacio de sus ramas, solo quedaban los huevos en los nidos abandonados, y los postes miraban con angustia como el suelo se teñía de purpura, pétalo tras pétalo.
Al día siguiente, Aun cuando faltaban unas pocas flores de caer, el árbol llamado Cortez Negro se veía glorioso, nunca se había visto mejor, ni en sus mejores días, y esto era lo que asustaba mas a los ya silenciosos postes.

-muy bien, el momento ha llegado. Exclamo el árbol, como si estuviera sumergido en el momento mas placentero de su larga vida, colmado de una tranquilidad absoluta- les daré un ultimo momento para que se despidan entre ustedes.

-¡espera! , espera un momento. Gritó uno de los postes de electricidad, danos clemencia, que nosotros no causamos todo esto, fueron los humanos.

-¡si, eso! Fueron los humanos. Interrumpió en segundo de los postes.

-umm…pues fue a causa suya, y sí, los humanos tienen mucho que ver en esto, pero mi batalla es hoy contra ustedes, alguien mas se encargará de ellos. Comentó el árbol tranquilamente.
-y si eso es lo único que tienen que decir, es hora de que nos vallamos. Exclamó.

La ultima flor purpura cayó hacia el suelo, deslizándose suavemente en el aire, sin prisa alguna, mientras las miradas de los postes la seguían atemorizadas.

El árbol no la vio caer, mas si la sintió, y justo en el momento en que toco el suelo, la tierra comenzó a temblar, el terror apareció en los rostros de los postes, mientras las fuertes raíces de empezaban a salir.

Salían disparadas, como cuando una cuerda tensada se rompe por la mitad, mientras que el árbol parecía irse inclinado cada vez más. ¡Estaba cayendo! 

Lo que fue extraño para los postes, era  que no caía en dirección a alguno de ellos, lo que por un momento les  dio un alivio total, pues creían que el árbol había fallado en su intento de justicia, mas no se percataron de que su plan era aun mayor que derribar consigo a uno de ellos.

Mientras el Cortez Negro iba cayendo sujetó con una de sus ramas el cableado, llevándose abajo fuertemente a los postes.

Los postes no resistieron la fuerza del vengativo árbol, y cayeron todos al suelo, quebrados, e inservibles, su venganza estaba hecha, había demostrado que la naturaleza poseía las armas para traerse abajo el progreso y su destrucción.

Epilogo:
el rumor de la cumplida venganza del Cortez Negro se esparció por toda la cuidad, la aves fueron las encargadas de contar esta historia que llegó a cada árbol, a cada poste y lastimosamente no a cada humano de aquella gris cuidad, cuidad que un día se tornó purpura con el caer de los pétalos del Cortez Negro.
  FIN.
                                                                                         POR: Mou Aragón

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