jueves, 29 de noviembre de 2012

Llanto entre ramas



Una mañana de tantas, en una cuidad como cualquier otra, la demolición de una vieja casa había terminado, para luego utilizar aquel terreno para construir unos nuevos departamentos. El único impedimento restante eran un par de arboles en medio del terreno. Uno de ellos era un gran, frondoso y viejo ahuehuete, mientras que el segundo era un árbol de naranjas, relativamente joven.
En esa misma mañana, la dueña de aquellas tierras llegó, y lo hizo portando las herramientas necesarias para derribarlos, llevando consigo, serruchos, cuerdas, una escalera, entre otras.
Había decidido tumbarlos ella misma, para así ahorrarse algo de dinero, el cual iría a ocupar en la construcción planeada en el terreno aquel. Lo primero que hizo fue recostar la escalera de madera en el tronco del viejo árbol, lo trepó con calma hasta llegar a una de sus ramas de media altura, en el cual ató la soga que llevaba entre cruzada en su pecho, y utilizó el extremo sobrante para amarrárselo a su cadera, queriendo evitar una posible caída. Buscó una posición apta para mantenerse estable mientras alcanzaba el serrucho que tenia amarrado a su espalda, y justo cuando empezó a cortar la rama, un movimiento brusco, como si de un golpe se tratara la tumbó en el suelo.
Y aunque el árbol era lo suficientemente alto, como para haberse fracturado de una caída así, nada le paso, pues fue probable que corriera con algo de suerte, había caído sentada y por ende solo sus nalgas le dolían. No cabía de entender como fue a caer al suelo habiendo atado bien su cuerda en la rama superior a la que iba a cortar.
Al parecer la cuerda no se había roto, y aun la tenía atada a su cuerpo; observó el otro extremo de la cuerda que ahora se encontraba en el suelo debajo del árbol.
Más aun, no se explicaba de donde vino el golpe que había recibido.
Volvió a tomar posición sobre el árbol, en esta ocasión chequeando dos veces la cuerda, queriendo evitar una replica de su primer accidente. Volvió a tomar el serrucho y se dispuso a cortar, a diferencia de la ves anterior, en esta ocasión estaba atenta a cualquier señal de peligro.
Era el segundo movimiento de su arma sobre la rama ahora marcada por los dientes, y justamente cuando lo paso por tercera ves un alarido de dolor la conmocionó, seguido de otro golpe que la volvió a tumbar. -¿que es lo que estáis haciendo insensata?-. se rumoreó entre las hojas y ramas. -¿Quién ha dicho eso?-.repuso ella ahora asustada, mientras se levantaba del suelo como si nada le hubiese pasado. -pues esta claro, señorita, el que dijo eso fue sin duda este viejo árbol-.dijo una segunda voz. Aquella mujer estaba estupefacta, no podía creer que los arboles le estuvieran hablando.
Quedo sumergida en su mente, y su rostro no expresaba gesto alguno. -ves lo que le hiciste, ¡ahue! -no estáis viendo que de todo, fue ella la causante, ¡Naranjo estúpido!
Era indudable que los arboles le estaban hablando, uno de ellos, el viejo, aunque hablaba de una forma arcaicamente culta, le gustaba usar las palabras mas toscas y lastimeras para hablar, así como si de un viejo humano se tratase. El naranjo por su parte tenía una voz mas cálida, juvenil y tranquilizante, y siempre buscaba palabras piadosas para comunicarse.
Después de haber balbuceado algunas palabras, Natalia (que así se llamaba aquella mujer) pronuncio: -lo lamento, pero tengo que derribarlos, pues acá se construirán unos departamentos, y ustedes están obstruyéndome.
-¡sobre mis raíces!, grito El naranjo. -habéis visto como son estos humanos, os lo había dicho, son todos iguales. -lo lamento pero ustedes obstruyen el progreso, MI progreso, así que no hay campo para ustedes dentro de mi plan-dijo Natalia en un tono suave y compasivo.
-ya lo he visto, al parecer no hay espacio alguno para un par de arboles dentro del progreso, pues nosotros hemos visto a muchos de nuestros hermanos morir a manos de los tuyos-.dijo El naranjo a Natalia.
-recordáis a Cedro, ¡oh mi viejo amigo, hace cuanto te marchasteis para no volver! -. Dijo el Ahuehuete divagando entre sus melancólicos recuerdos.
- si ustedes ya saben que les depara el porvenir, espero que no obstruyan mi trabajo procurando sonar en un tono mas duro.
-adelante, acaba con nuestra vida, los arboles de naranja no guardamos rencores, pues no sabemos como, solo dame un tiempo para desalojar a las criaturas que viven en mi ¿esta bien?-. Natalia asintió.
-ya han escuchado- diciéndole a una familia de aves que habitaban en una de sus ramas.-lo lamento pero ya no podrán alimentarse de mis frutos, pues estos que me quedan, serán los últimos que podre regalar, es hora de que se vayan- le dijo así a las aves que lo entre miraban mientras tomaban algo con sus picos, y sin mas; se retiraron alzando vuelo.

-escuchadme mujer, yo seré viejo, pero debéis saber que daré resistencia a vuestros intentos de acabar con mi vida.
-entonces que así sea, pero mañana volveré con mas herramientas...disfruten de las horas venideras puesto que serán sus ultimas- pronuncio Natalia en un tono burlesco antes de marcharse.
-fue un placer haber vivido a tu lado todos estos años, y espero que nuestra muerte el día de mañana no rompa nuestra amistad. -es claro que hay cosas que ni el humano ni la muerte pueden romper, mi joven amigo, y una de esas es la amistad que hay entre dos arboles. -me alegra escuchar eso… ¡gracias! -. Dijo el joven Naranjo en un tono dulce y cálido, no hubo mejor forma de despedirse, pues era triste y gratificante a la vez. >

Y después de una noche de calma y expectaciones en donde solo es escucho el canto de los arboles, aquel canto que solo ellos podían lograr con el abanicar de sus hojas en la ráfagas de viento, era sin duda…tranquilizante.
La mañana llegó y con ella Natalia y su maquinaria destructiva. Varios hombres ataron sogas en las ramas de ambos arboles y la tala comenzó.
Rama tras rama, todas caían en el suelo hasta que no tuvieron con que tumbar a sus invasores.
Solo quedaba una rama en cada árbol, y de ahí vinieron sus últimas palabras, pues ellos usaban el viento que movía sus hojas para comunicarse. - espero que disfrutéis de un mundo sin nosotros y sin el aire que nosotros os regalamos a diario, y como nosotros, vosotros insensatos humanos también moriréis; nuestra repentina muerte será su muerte lenta-. Y después de esas palabras el viejo Ahuehuete perdió la última de sus ramas y acto seguido su tronco.
-adiós mi viejo amigo, disfrute de tu compañía cada segundo de mi vida, compañeros de vida fuimos y ahora lo seremos de muerte.
Fueron las últimas palabras del naranjo antes de terminar como el viejo Ahuehuete.
Semanas después de sus muertes, se irguió un monumento mas del progreso, en aquel lugar donde vivió la mas grande amistad de todas. Unos departamentos se levantaron para darle olvido a quienes nos mantienen con vida.
Natalia nunca supo que acabando con el viejo ahuehuete y el joven naranjo, también acabo con parte de su vida.
(unos departamentos, por mas coloridos que fuesen a los ojos de cualquiera, para alguien que sabe observar son grises… inertes)



Por: Mou Aragón

sábado, 24 de noviembre de 2012

La historia de una Galleta


Para : Silvia, galleta y cualquiera abandonadx a su suerte                
                                 PARTE 1

No me pregunten como llegue hasta aquí, ni cuantos meses tengo ya, por que no lo se, si les diré que aun recuerdo el rostro de mi madre y de mis hermanos, también que solía jugar con todos ellos, pero todo eso ahora es historia.
Por lo que he entendido hasta ahora, vivo en algo que llaman calle, o en nada, no sé, aun no lo entiendo bien.
Siento que me cuesta respirar, tengo la vista entrecerrada, y lo único que veo es mi sangre… ¡nunca entendí eso de vivir!
Todo empezó cuando alguien me alzó en sus brazos y me llevo a su casa, me alejaron de mi mami…cuanto dolor me trae recordar eso. Luego me encerraron junto a un carro.
Pasaron varios días y nadie me alimentó, y ni siquiera cariño me dieron, así que decidí huir y buscar comida, por suerte ahí fue cuando conocí a “Canelo” así es como le dicen ellos, él fue el que me enseño a buscar comida dentro de la basura…¡gracias Canelo!
Por desgracias él siguió su camino, entonces tuve que crear el mío.
Por la noches dormía en un lote, las hojas en el suelo me abrigaban, y los días los gastaba buscando comida, así fue como aprendí a sobrevivir.
Lo más peligroso de todo eran los autos, vi a un amigo morir cuando uno de esos lo atacó.
También los humanos nunca entendí por que les gusta arrojarnos piedras y gritarnos…pobres tontos…no entendemos su lenguaje.
¿Cómo me pasó esto? les diré:
Iba camino a un lugar donde acostumbraban a tirarme trozos de comida, añoraba ese desayuno, por cierto, todavía tengo hambre, bueno…iba de camino cuando vi a la criatura mas hermosa de todas, decidí cambiar de rumbo para conocerla.
Me acerqué la olí y le moví la cola, ella respondí recíprocamente, empecé a sentir la vida,¿ ¡por fin!?, luego todo cambio.
Llego su “amo” gritándome y murmurando, movía sus manos con desesperación, luego saco algo, creo que le llaman machete, sabía que corría peligro, así que huí de inmediato.
Él me empezó a perseguir con su arma, por suerte yo era mas rápido, cuando iba cruzando la calle volví a ver hacia atrás, él estaba en la acera y esbozó una sonrisa, no entendí el por qué hasta que algo me golpeo y Salí volando.
Él…se me acerco, me escupió y se fue caminando, yo…quede ahí , creo que lo que me golpeo fue un auto, pero cuando volví a ver lo que era, ya no estaba.
Que triste que nadie valore mi vida, será mejor que me levante de aquí antes de que me vuelvan a arrollar…moriré en aquella esquina, si se ve cálida.

                                      PARTE 2
Abriré los ojos por una ultima vez para despedirme del mundo que nunca a me quiso, que es esto que veo, son…creo que son…siluetas humanas, alguien me levanta, siento su calor, y mi sangre, que triste que es el mundo, ¿Por qué en el lecho de mi muerte? Por primera vez siento el amor es cálido y agradable; ahora siento que me desvanezco.
No se a donde me llevan…voy en uno de esos autos. Cada vez la veo a ella cubierta con mi sangre, y yo cubierto de sus lágrimas.
Nunca nadie había llorado por mí, ¿será bueno?, ella me silba y yo apenas le respondo.
Un doctor me observa…y me trata, no se cuanto ha pasado pero ya no siento que la muerte me abraza.
¿Será que pronto volveré a las calles? , siento que ya puedo caminar.
Es martes, eso es lo que dicen los otros perros, creo que n siquiera saben que es “martes” ; nuevamente aparecen dos de aquellas  tres siluetas que me trajeron hasta acá.
Me llevan lejos…me traen al lugar donde casi muero ¿será que me dejaran donde me recogieron?
¡No!... me llevan a una casa en frente, y la veo a ella, aquella que vertió sus lágrimas con mi sangre.

Me esta alzando y me lleva hacia adentro. Y por primera ves en mi vida entiendo lo que dice un humano, que dulces palabras salieron de sus labios recuerdo y nunca lo olvidaré.
“Ahora ya tienes un hogar”. Fueron sus palabras.
…nunca fui tan feliz como hoy.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mundo de perros




Luego de separarse de su nuevo amigo,  Canelo cogió rumbo hacia un nuevo lugar donde pasar la noche, un lugar seco y seguro.
Sin embargo primero tenia que buscar algo de alimento en uno de los muchos basureros de la cuidad; recurrió a su vertedero favorito, en el cual siempre se encontraba sus dos cosas favoritas: alimento, y a su amigo “Mechas” , amigo de varios años y en parte maestro, pues le enseñó, todo aquello necesario para sobrevivir en la calle.
Mechas que ya se encontraba pasado en años, era victima de una severa infección en su hocico que le impedía comer sólidos e incluso comunicarse de la mejor manera.
Sin embargo, cuando Canelo llegó, no encontró a su amigo por ningún lado, Caso poco común era que Mechas no anduviese por allí, e intrigado por la inusual ausencia de su amigo, decidió posponer la búsqueda de alimento por la de su amigo
No tardó mucho en saber la nueva locación de su amigo, cuando Clara, una de sus otras amigas le aviso del paradero del viejo.
-es el viejo, ha enloquecido. Dijo entre desesperantes ladridos.
-¿Qué ha ocurrido?
-¡por ahora nada, pero puede ocurrir pronto!
Canelo no cabía en su frustración, pues no lograba entender a lo que se refería su igual.
-¡tienes que verlo, vamos! – y con eso Clara llevó a Canelo hasta una calle poco transitada por aquellos devastadores autos.
Al llegar, se encontró con una imagen poco esclarecedora, observó que el viejo Mechas se encontraba sentado en medio de la calle, con su mirada puesta en el horizonte, como si estuviese esperando a alguien o algo.
Parecía encontrarse en un estado de armonía total, tanto así que ni las voces de varios canes y felinos gritándole lograban sacarlo de su concentración.
A Canelo le era imposible entender aquel cuadro, así que optó por preguntar lo que sucedía, a lo que Clara respondió:

-¡enloqueció! , harto de no poder alimentarse bien y de no conseguir mejoría en su condición, harto de esperar a los que lo podían curar y con su indiferencia lo empeoraron, y más que harto del dolor insoportable, decidió rendirse, es por eso que esta ahí, tienes que hablar con él, hay que hacerlo entrar en razón.
La desesperación de Clara brotó hasta que rompió en llanto.
La concentración del viejo se disipó al ver que a su lado ahora tenia a su querido amigo.
-¡hola!-dijo este como si nada estuviese pasando- hoy fui a visitarte como siempre lo he hecho, y no te encontré, en cambio lo que encontré fue la noticia de que querías morir-pronuncio Canelo  naturalmente.
A estas alturas de su vida, al viejo Mechas le era dificultoso hablar con claridad, aun más gritar, debido a la infección que tanto le dolor le hacia sufrir.
-¿Qué esperabas, Que la infección me matara dentro de unos largos y agonizantes meses? , no lo creo…no lo soportaría, ya lo he hecho por mucho tiempo y la verdad ya no quiero mas.

-pero…-Canelo sabia que su amigo en si tenia razón, mas no quería dejarlo morir allí.
Un auto se veía aproximarse desde muy lejos, su tiempo se agotaba.
-sabes…ya debes irte si no quieres perecer a mi lado. Dijo Mechas mientras las lágrimas le brotaban lentamente.
-no hay nada que te haga entrar en razón, ¿verdad?
-no, lo he decidido desde hace mucho tiempo atrás.
El auto cada vez se veía más cerca.
-ya estoy viejo, esta infección no me ha dejado vivir como lo he anhelado durante tanto tiempo, por eso te pido que me dejes morir a mi gusto.
Canelo asintió levemente, y luego se puso en pie, lamió suavemente el rostro de su amigo a modo de despedida, como si de un tierno beso en la frente se tratase, y se marchó lentamente sin mirar atrás.
Todos los demás espectadores tenían la mirada puesta en el auto y a la vez en el viejo mechas, todos menos Canelo, que se iba acercándose a la cuneta.
Todos sabían lo que pasaría, pues Mechas no eligió aquella calle al azar, sabia que era poco transitada, y como consecuencia de ello, los autos que pasaban por ahí, lo hacían a altas velocidades.

El motor del auto retumbaba en los oídos de todos y cada uno de los allí presentes; mechas con su ultimo aliento aulló con todas sus fuerzas soportando el inmisericorde dolor que esto le daba, y por un momento hasta silenció al potente motor, y podría asegurar que hasta a la cuidad entera. Aulló de placer.
El golpe fue inevitable y brutal, el cuerpo del viejo Mechas salió disparado hacia un costado de la calle.
Tristemente nadie logró quitar la mirada de dicha escena, y Canelo al volver la suya se encontró con el cuerpo del que en vida fue su mejor amigo; se encontraba con el rostro desfigurado por el impacto, sin embargo conservaba un gesto impropio de un perro, era una mueca que expresaba mil gestos diferentes, que a su ves todos mostraban una calma sin igual.
Canelo retiró su mirada nublada por las lágrimas y se marchó divagando en sus recuerdos.
 Todos los demás presentes quedaron rodeando el cuerpo del viejo,  hasta que el joven conductor se acercó entre sollozos para tomarlo entre sus brazos y llevárselo con sigo.

Por: Mou Aragón
(Cuento basado en una anécdota mas mi imaginación )

A la memoria de tío coqui.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Venganza Purpura del Cortez Negro


La Venganza Purpura del Córtez Negro
Por: Mou Aragón




-¡mírenlo ahí! Pavoneándose de su lámpara,  y de la circunferencia perfecta que dice poseer, quien se cree que es, bah! , siempre alardeando de que en sus cables se posan más aves que en mis ramas. Pues les diré algo: ¡ni yo mismo puedo contar cuantas aves hay hoy en mí!
-¡Hey Cortez!, ¿ya estas otra vez refunfuñando entre dientes?
-¿y quien te has creído tú para llamarme simplemente “Cortez”? , es el colmo, solo eso le faltaba a este.

y dijo el árbol a regañadientes- sabes muy bien que mi nombre es: Cortez Negro, y no solamente “Cortez”.
-Algún día me las pagará este miserable poste de electricidad que tanto detesto. Seguía diciéndose a si mismo el árbol, que se encontraba a no mas de 10 metros de distancia del poste de electricidad.
-siempre te encuentras quejándote de mi, ¿acaso te he hecho algo malo?       
-sabes tú muy bien, todo lo que has causado, sabes que ahora donde te posas fuertemente se posaba uno de los míos, y sabes que la razón por la que lo destrozaron en vida, fue por el simple hecho de plantarte ahí; ¿y para que? ¿Acaso das sombra?, o quizá alimento a otros, o vida a todos los demás, o… ¡ya sé!  Tal vez das vivienda… ¡No!  Nada de eso, para nada sirves… ¡tú gris estatua de patética figura! .dijo colérico una vez mas el Cortez Negro.
-me río de tus habladurías. Dijo el poste de electricidad, tratando de imitar algo parecido a una carcajada.- mi utilidad es más trascendental que la de un simple y miserable árbol. Yo envió electricidad a los humanos, ELLOS viven a gusto gracias a mi, así que no me vengas jactándote de lo que haces.

Esta discusión era similar todos los días, entre el árbol y el poste, ambos sumergidos en esa riña que comenzó cuando todos los arboles de la ciudad fueron eliminados para darle paso al progreso, a la civilización, en todas las calles parecía haber una dicha y des balanceada guerra verbal entre arboles y postes, ¿por que des balanceada? Se preguntarán, la razón era por que los postes de electricidad poseían lo que ellos solían llamar: el arma más poderosa de todas... el humano.
Y así pasaban los días de este mundo inanimado, entre peleas y amenazas nunca cumplidas, pues que en ambos lados los contendientes estaban confinados a estar siempre en un mismo lugar.

-te diré algo… ¡Tú! desgracia que espanta a mis moradores por las noches, dando luz cuando no la ocupan, algún día, ¿oíste? ¡Algún día, te hare pagar, y caerás  como han caído los míos! La ira del árbol se volvió insoportable, al ver que su vecino de frente había sido arrancado de raíz, y en su lugar colocaban otro poste.

Un día de diciembre El Cortez Negro empezó a florecer como nunca lo había hecho,  sus hermosas flores moradas y purpuras empezaron a brotar de manera sin igual, y debido a su gigantesca altura, se podía observar majestuosamente desde lejos, todo su entorno se veía opacado ante semejante obra de la naturaleza, mas no solo era majestuoso, pues para los postes aledaños resultaba intimidante, y esos días procuraron no contender contra él.

El silencio peregrinó durante esos días en aquella calle, solo las aves en su imparcialidad  (pues gustosamente descansaban sobre ellos) se atrevían a comentar.

Dos días habían pasado ya, en un mutismo único, hasta que el Cortez Negro lo rompió con mucho temple diciendo:

-en aproximadamente cuatro días, cuando la ultima de mis flores caiga al suelo, todos ustedes caerán con ella. Dijo de manera solemne, como si de dictar sentencia se tratara.
Los postes nunca habían estado tan inseguros de si mismo, no sabían que les pasaría cuando acabasen sus cuatro días, mas de alguna forma no dudaban de las palabras del amargado árbol.
  Faltaba solamente un día para que se cumpliera la palabra del árbol, y ya todos los animales se habían mudado de hogar, dejando al Cortez Negro vacio de sus ramas, solo quedaban los huevos en los nidos abandonados, y los postes miraban con angustia como el suelo se teñía de purpura, pétalo tras pétalo.
Al día siguiente, Aun cuando faltaban unas pocas flores de caer, el árbol llamado Cortez Negro se veía glorioso, nunca se había visto mejor, ni en sus mejores días, y esto era lo que asustaba mas a los ya silenciosos postes.

-muy bien, el momento ha llegado. Exclamo el árbol, como si estuviera sumergido en el momento mas placentero de su larga vida, colmado de una tranquilidad absoluta- les daré un ultimo momento para que se despidan entre ustedes.

-¡espera! , espera un momento. Gritó uno de los postes de electricidad, danos clemencia, que nosotros no causamos todo esto, fueron los humanos.

-¡si, eso! Fueron los humanos. Interrumpió en segundo de los postes.

-umm…pues fue a causa suya, y sí, los humanos tienen mucho que ver en esto, pero mi batalla es hoy contra ustedes, alguien mas se encargará de ellos. Comentó el árbol tranquilamente.
-y si eso es lo único que tienen que decir, es hora de que nos vallamos. Exclamó.

La ultima flor purpura cayó hacia el suelo, deslizándose suavemente en el aire, sin prisa alguna, mientras las miradas de los postes la seguían atemorizadas.

El árbol no la vio caer, mas si la sintió, y justo en el momento en que toco el suelo, la tierra comenzó a temblar, el terror apareció en los rostros de los postes, mientras las fuertes raíces de empezaban a salir.

Salían disparadas, como cuando una cuerda tensada se rompe por la mitad, mientras que el árbol parecía irse inclinado cada vez más. ¡Estaba cayendo! 

Lo que fue extraño para los postes, era  que no caía en dirección a alguno de ellos, lo que por un momento les  dio un alivio total, pues creían que el árbol había fallado en su intento de justicia, mas no se percataron de que su plan era aun mayor que derribar consigo a uno de ellos.

Mientras el Cortez Negro iba cayendo sujetó con una de sus ramas el cableado, llevándose abajo fuertemente a los postes.

Los postes no resistieron la fuerza del vengativo árbol, y cayeron todos al suelo, quebrados, e inservibles, su venganza estaba hecha, había demostrado que la naturaleza poseía las armas para traerse abajo el progreso y su destrucción.

Epilogo:
el rumor de la cumplida venganza del Cortez Negro se esparció por toda la cuidad, la aves fueron las encargadas de contar esta historia que llegó a cada árbol, a cada poste y lastimosamente no a cada humano de aquella gris cuidad, cuidad que un día se tornó purpura con el caer de los pétalos del Cortez Negro.
  FIN.
                                                                                         POR: Mou Aragón