Blandos como la seda.
Cálidos como un fuego que aviva el fluir de la sangre en un día gélido.
Se muestran espontáneos tan solo para arrancar una leve sonrisa imperceptible a simple vista,
y aún así, con tanta brevedad en su andar
logran dejar un buen sabor de boca al final del día.
Por:
Mou Aragón.