martes, 16 de agosto de 2016

La Erradicación del ser humano ( El engranaje de un motor social)

La Erradicación del ser humano
( El engranaje de un motor social)


La presión en el pecho me ahoga, quiero gritar, quiero ser, quiero existir.
Pero este mundo está hecho para ahorrarnos la molestia de ser.
El tiempo de esparcimiento es borroso, está ahí, en algún lado. Solo que es casi imposible de encontrar.

La rutina nos impide gozar, nos asfixia a ratos, y solo nos da segundos para tomar una mínima
bocanada de aire para seguir respirando antes de continuar asfixiándonos.
¿Que es este proceso que nos destruye?

Yo no nací para ser parte de esto. ¿Cuando elegí ser un engranaje mas? ¿Cuando me fijaron en este motor que solo me deja descansar por las noches?

Antes fantaseaba con romper los pilares de este techo sobre mi que me impide ver el cielo libremente, ahora solo deseo que se acabe el día. ¿Es esta la resignación que veo en el rostro de todos al ir por la calle? Me volví uno más he de suponer... y si es así, entonces por qué al verme al espejo veo un vacío que no encuentro en los ojos ajenos.

 ¿Acaso ellos tienen algo que yo no?

 Veo sonrisas y brillo en los ojos de muchos al comprar. Veo como sienten que su vida se completa con cada articulo nuevo. Mientras que mi habitación se llena de culpa al ocupar un espacio mas en ella.

Por las noches mi habitación se vuelve surreal. Las paredes caen y el techo se abre para darme espacio. Veo como las estrellas me llaman con sus destellos y luego solo  quiero dejar de ser, y convertirme en música; viajar libremente, a mi ritmo y llegar a los oídos de quien decida apreciarme por lo que soy, pero hay algo que no me deja ser. 

La realidad llama a mi ser, y me percato de que todos nos encontramos atados a una cadena casi indestructible. En uno de sus extremos nos tiene a nosotros; atados por el cuello dejando una brecha entre metal y carne solamente para hacernos olvidar que está ahí. Por el otro lado sé encuentra el mundo al cual no hemos logrado escapar. La fabrica en la trabajamos todos. Unos forjando el metal, y otros puliendo los detalles de las nuevas cadenas con las que recibiremos a los que aún no han visto la luz.

Ese es el verdadero rostro de una realidad forjada por quienes agacharon la cabeza y siguieron el ejemplo de cuerpos ya derrotados y resignados. El rostro que se va creando poco a poco, primero cadenas, luego ojos vacíos, y por último frágiles sonrisas y placeres ficticios.


Nota: Asfixiado por un mundo de resignados.


Por: Mou Aragón

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